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Profesor de la ELADES dicta charla sobre desarrollo regional integral en la Universidad del Bío Bío

"El desarrollo regional integral no es solo crecimiento económico; es el desarrollo humano en su totalidad." Así lo afirmó Felipe Correa, coordinador de la ELADES e investigador de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su participación en el XVIII Congreso de Economía y Desarrollo Regional, organizado por el Departamento de Economía y Finanzas de la Universidad del Bío-Bío, bajo el lema "Desafíos y Oportunidades para el Desarrollo Regional del Siglo XXI". En su intervención Correa repasó las raíces filosóficas del concepto de desarrollo y su evolución en los territorios.
Del progreso filosófico al desarrollo integral
Para entender cómo llegamos a esta visión más compleja del desarrollo, Correa propuso mirar hacia atrás. Desde la filosofía del progreso de Immanuel Kant —esa intuición de que la humanidad avanza hacia algo mejor— hasta los cambios que trajo consigo la Primera Guerra Mundial.
Explicó que, en el Tratado de Versalles (1919) se habló de "progreso económico", marcando un giro desde una concepción moral, tecnológica y científica del avance humano. Fue así como se pasó a una lectura más centrada en el crecimiento económico. Posteriormente, con la creación de las Naciones Unidas en 1945, el desarrollo incorporó una nueva dimensión: lo social. Ya no bastaba con crecer económicamente; era imperativo mejorar la calidad de vida de las personas. Esta evolución conceptual abría las puertas a una pregunta clave: ¿qué significa, entonces, verdaderamente, desarrollar una sociedad?
Humanizar el desarrollo: la persona como centro
La respuesta comenzó a consolidarse a mediados del siglo XX. Correa recordó que hitos como la Declaración de Cocoyoc redefinieron el concepto de desarrollo, poniendo al ser humano en el centro. "El propósito del desarrollo no debería ser desarrollar cosas, sino desarrollar a las personas", remarcó.
Este giro fue consolidándose en informes del Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), donde surgió con fuerza la idea de "desarrollo humano". Desde entonces, el concepto de desarrollo dejó de medirse exclusivamente en ingresos, para abrirse a ámbitos como la salud, la educación, la participación política y la sostenibilidad.
Y aquí surge una nueva pregunta: ¿cómo medir ese desarrollo?
El bienestar como medida del desarrollo
En su exposición, Correa insistió en que el bienestar debe ser el verdadero criterio para evaluar el desarrollo. Citó múltiples estudios —como el Informe Mundial de la Felicidad— que muestran que los países más felices no son necesariamente los más ricos, sino aquellos que logran combinar productividad económica con altos niveles de salud, educación, cohesión social y libertad.
Desarrollar respetando la cultura de cada territorio
Finalmente, Correa subrayó la importancia de reconocer que cada región construye su propio concepto de bienestar, modelado por su historia, cultura e identidad. "El proceso de desarrollo no puede pensarse de manera homogénea ni trasladarse mecánicamente de un lugar a otro", remarcó.
Al mostrar el caso de Chile, Correa destacó que los resultados son alentadores: según las últimas ediciones de la Encuesta de Bienestar Social, el país ha mejorado sus índices de felicidad, y posee los mejores datos sobre el tema en América Latina. Sin embargo, advirtió que aún queda mucho por hacer para aprovechar de mejor manera los datos disponibles y diseñar políticas públicas más sensibles a sus efectos en el bienestar.
El video de la charla puede verse en este enlace.