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Profesor de la ELADES dicta clase magistral para Doctorado en Estudios del Desarrollo de CENDES-UCV

La reflexión giró en torno a la necesidad de abordar el desarrollo desde una visión interdisciplinaria que integre las dimensiones económica, social, política, humana y sostenible para lograr un progreso integral
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31 January 2025
El concepto de desarrollo CEPAL

“Hablar de estudios de desarrollo es fundamental, ya que este concepto, por su naturaleza integral, exige una aproximación interdisciplinaria para lograr una comprensión más completa y profunda del concepto de desarrollo”.  Con estas palabras, Felipe Correa, profesor de la Escuela Latinoamericana de Altos Estudios del Desarrollo (ELADES), introdujo una clase sobre la genealogía del desarrollo humano en el seminario sobre teorías y enfoques del desarrollo, organizado por el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la Universidad Central de Venezuela.

Breve historia del concepto del desarrollo del último siglo.

En su presentación, Correa explicó que el concepto de desarrollo proviene de la noción de progreso, una idea presente en la filosofía durante siglos. Immanuel Kant, que formó parte de los exponentes de la idea del progreso, visualizó el progreso como una filosofía de esperanza basada en la proyección de la historia pasada hacia un futuro mejor. Esta visión dio origen al concepto de progreso moral, aunque tal y como explicó Correa, el progreso también se clasifica en otras formas: eudemónico (florecimiento humano), científico, técnico y material.

Durante el siglo XX, el progreso material adquirió una mayor relevancia, especialmente tras la fundación de organismos como la Sociedad de las Naciones y, posteriormente, las Naciones Unidas. Según Correa, en los años 20, el término progreso se vinculaba principalmente con avances materiales, dejando de lado aspectos morales y de bienestar.

Posteriormente, en la década de 1940, el concepto de desarrollo económico se asoció al grado de industrialización de los países. A raíz de ello, también surgió la idea del subdesarrollo, medido inicialmente por el nivel de ingresos per cápita de los países. En las décadas posteriores, autores como Simone Kuznets, Arthur Lewis y Albert O. Hirschman expandieron la discusión sobre desarrollo económico.

Críticas y nuevos enfoques

No obstante, desde los años 70, surgieron críticas al modelo centrado únicamente en indicadores económicos. Denis Goulet, en su obra Ética del desarrollo (1965), cuestionó la falta de criterios éticos en las políticas de desarrollo, planteando la necesidad de enfoques más humanos. En sintonía con aquello, la Declaración de Cocoyoc (1975) evidenció que el objetivo del desarrollo no debía centrarse en lo material, sino en el bienestar humano.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) también contribuyó con el enfoque de necesidades básicas, sentando las bases para el desarrollo humano, formalizado por Mahbub ul Haq y Amartya Sen. Este último aportó la teoría de las capacidades y colaboró en la creación del Índice de Desarrollo Humano (IDH). En el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD de 1990, el equipo liderado por ul Haq criticó la obsesión por los ingresos, señalando que “la preocupación excesiva por el ingreso del PIB y por las cifras del ingreso nacional ha ocultado esta poderosa perspectiva, sustituyendo la concentración en los fines del desarrollo humano simplemente por una obsesión por los medios”.

Según Correa, la ponderación del fin por encima de los medios conecta con filosofías antiguas como la ética de Aristóteles y las cosmovisiones indígenas de América Latina, que priorizan la justicia, la comunidad y el buen vivir sobre la riqueza material.

Una visión integral del desarrollo

Tras hacer un repaso de todas las acepciones del concepto, Correa explicó que, actualmente, el concepto de desarrollo ha evolucionado hacia una visión integral que reconoce cinco dimensiones interrelacionadas:

  • Económica: ingresos, empleo, vivienda y servicios básicos.
  • Social: vida comunitaria, confianza interpersonal y cohesión social.
  • Política: participación ciudadana, democracia y confianza en las instituciones.
  • Humana: desarrollo cognitivo y emocional, con énfasis en valores y principios.
  • Sostenible: respeto y conexión con la naturaleza.

Es por ello que el desafío actual de los estudios del desarrollo es integrar estas dimensiones para promover el bienestar. Según encuestas recientes, el bienestar en América Latina ha estado influido tanto por factores económicos como por aspectos sociales y políticos. El Informe Mundial de la Felicidad, iniciado en 2012, también evidencia que, aunque los ingresos son un factor clave, el apoyo social, la salud y la libertad también son determinantes para el bienestar entendido como felicidad.

Correa concluyó destacando que el desarrollo integral debe centrarse en el avance de la felicidad de las personas. Según explicó, los ingresos y la riqueza ya no son el objetivo principal, sino medios o determinantes del bienestar. Sin embargo, puntualizó que, “si las dimensiones económicas, políticas, sociales, humanas y ambientales no progresan en conjunto hacia el bienestar, difícilmente puede hablarse de un verdadero desarrollo”.

Por otro lado, resaltó que en América Latina los estudios sobre desarrollo como bienestar son todavía limitados, con solo tres países realizando encuestas sistemáticas en esta área. Esto evidencia la urgencia de ahondar en enfoques que integren las cinco dimensiones del desarrollo. Finalmente, hizo un llamado a fortalecer la colaboración interdisciplinaria, evidenciando que la integración de perspectivas es esencial para construir una visión más completa y efectiva que realmente promueva el bienestar de las sociedades.